jueves, 16 de junio de 2011

Tema 4: Crisis del Mundo - El Pecado



• Llamados a vivir plenamente el amor, la paz, la solidaridad con los demás, percibimos que muchas son las ocasiones en que no logramos hacerlo en nuestra vida cotidiana. Además, percibimos que en el mundo hay muchas cosas que expresan justamente lo contrario a lo que realmente queremos vivir.

• ¿Por qué estamos así? La respuesta está en el mal uso de la libertad. Muchos hombres y mujeres, a lo largo de toda nuestra historia humana, usando mal el don de la libertad, optaron por ir en contra de sí mismos, en contra del Plan de Dios, construyendo un mundo cada vez más alejado y de espaldas a Dios.

• La causa de fondo es el pecado. Ya en el umbral de nuestra historia, nuestros primeros padres, Adán y Eva, usando mal su libertad, desobedecieron a Dios y pecaron, cometieron el pecado original. Como consecuencia, entró el mal en el mundo y la humanidad pasó a ser “marcada” con el peso del “pecado original”.

• Nuestros pecados personales, realizados con plena conciencia y libertad se suman a la dinámica del mal introducida por el pecado original. Así, también nosotros somos responsables por la situación actual del mundo y sus grandes problemas.

• El pecado, por lo tanto, presenta un dinamismo de ruptura: (I) ruptura con Dios; la primera y fuente de las demás rupturas; (II) ruptura con uno mismo; (III) ruptura con los demás; (IV) ruptura con todo lo creado.

• Además, el pecado puede ser considerado como un verdadero “acto suicida”, ya que quien peca, va en contra de sí mismo y se esclaviza cada vez más al mal.

• Experimentamos también en lo más profundo de nuestro ser una “nostalgia de reconciliación”, un deseo de ver recompuesto nuestro corazón herido por nuestros pecados y de poder volver a una auténtica relación de amistad y cercanía con Dios.

• Sabemos que Dios no nos ha abandonado a la suerte del pecado y la muerte. Luego del trágico acontecimiento del pecado original de Adán y Eva, Dios les prometió la victoria ante el mal, por el “linaje de la Mujer” que vencería el “linaje de la serpiente” y derrotaría la muerte para siempre. Esa promesa se ha cumplido en el Señor Jesús.





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